Al pie de la escalera tiene más dosis de su humor envenenado, a veces usado por sus personajes como escape al dolor, mientras se explaya en las descripciones del ambiente y las psicológicas de personas puestas en un cruce de caminos frente a temas como los prejuicios en torno al racismo, la inmigración, la adopción, las nuevas familias, la religión, los miedos modernos, la guerra, la desolación de ciertas pasiones y la culpa y la expiación. Un paisaje devastador que descubre Tassie Keltjin, una joven universitaria, en su travesía hacia la vida de verdad, teniendo como fondo la larga y oscura estela del 11-S y la guerra de Irak.
A Moore no le queda la menor duda de que no somos impermeables al tiempo. A su arte para moldear las vidas solapadamente, y a pesar de quien sea. «Las cosas cambian, las ideas cambian, las familias cambian. Las cosas que importan en el mundo. Y ahora resulta que ese paradigma que teníamos en Estados Unidos de la sociedad inmigrante se ha roto. Eso me ha llevado a abordar este tema que es fundamental. Antes, mis dos primeros libros hablaban de la familia. Cada libro es diferente».[…]
Cuando la luz empieza a tornarse bronceada, y a regalar los últimos haces de sol danzarines, Lorrie Moore, con el cigarrillo-zanahoria entre los dedos, reconoce el alcance que quiere darle a su novela; la de una obra que represente y retrate el mosaico de la sociedad estadounidense del nuevo siglo XXI, engendrada súbitamente tras los atentados terroristas de Al Qaeda en 2001 en Nueva York y Washington. […]
Una prueba de que su propuesta no es sólo artística y literaria. También da un salto contundente en lo temático y una declaración de principios sobre temas cruciales, que van desde las relaciones actuales de pareja y los asuntos religiosos hasta la situación del racismo y las culpas para afrontar los caminos del mundo contemporáneo. Y fiel a su estilo políticamente incorrecto al mostrar el abismo que hay entre lo que se piensa y lo que se dice y cómo se actúa. «La novela es un micromundo que refleja a la sociedad norteamericana actual. Aquí, en Madison y en el Medio Oeste, confluyen los dos mundos, se mezclan lo urbano y lo rural, y conviven lo moderno y lo tradicional».
Presta una atención especial al racismo. La novela cuenta la vida de Tassie que es contratada como canguro de una niña afroamericana. «El racismo existe, no se puede ocultar. Los privilegios de los blancos continúan, aunque van disminuyendo lentamente. He escrito la novela antes del triunfo de Barack Obama e incluso hice campaña por él», y hace una mueca al bromear diciendo que pensaba que si él ganaba no iba a ser bueno para su libro.
La guinda que faltaba para comprobar que su novela es como el Rilish, al que no deja de echarle mano entre sorbo y sorbo de vino. Una mezcla armoniosa y natural de formas, colores, sabores, efectos y sonidos. De contrastes y contradicciones. Junto al racismo, la novela afronta la religión, el cristianismo, el judaísmo y el islamismo. Una cuestión interesante para ella que fue criada por un padre que no fue educado religiosamente, aunque ella no ve nada malo en la religión. «Estados Unidos es un país muy curioso, ¡muy curioso! Es una contradicción porque fue fundado por ateos que se hicieron cristianos y la fundaron en nombre de la libertad religiosa. Pero se ha ido convirtiendo en un país de múltiples religiones».
[…]Como tampoco la encuentra en el porqué de la intolerancia de algunos creyentes de las tres religiones monoteístas, y de que cada vez la gente se hace más religiosa, especialmente en Estados Unidos. «La creencia es una cuestión cultural. La religión en sí misma no es intolerante, el problema es la gente. Pero la tendencia en mi país hacia cualquier tipo de religión es sorprendente».[…]
Insiste en el temor ante la desconfianza o descalificación que ahora se da a alguna persona según su credo. Miedos individuales y miedos colectivos que parecen acorralar a la gente en su novela. «Cada generación tiene su colección de nuevos miedos», reconoce resignada. «Es también una forma de confrontar el mundo. De cómo tú miras ese mundo y cómo tú sacas lo que tienes para salir adelante en la vida. Cada uno de nosotros asumimos unos temores, es interesante, y son diferentes sus grados en cada persona».
Aunque en el camino se han perdido cosas que no comparte, como cambiar privacidad por seguridad. […] Recuerda que los más recientes tienen que ver con el cambio climático, la calidad del aire o el agua que se dejará para los hijos o nietos. «Otros miedos que laten son el racismo, las clases sociales, y eso se ve claramente en Estados Unidos». Pero es curioso que el temor medioambiental acose a los estadounidenses y su Gobierno no se lo tome muy en serio, ante lo cual atina a comentar un poco burlona: «Es terrible. Obama debió llegar 20 años atrás, esperemos que no sea tarde».
El País entrevista Lorri Moore
Winston Manrique Sabogal
Noviembre 2009
PHOTOS: el periódico El País; Lorri Moore
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